martes, 26 de agosto de 2008

El Hombre Joven de Hoy...


ILUMINACIÓN SOBRE EL HOMBRE JOVEN DE HOY, SU DIMENSIÓN VOCACIONAL, IMAGEN DE DIOS HOY, LA IGLESIA, COMUNIDAD CRISTIANA HOY.
P. Marcelo González,
Doctor en Teología, Profesor, UCA, Máximo de los Jesuitas,
Claretianos de Córdoba.


El tema es la cuestión de los jóvenes y la experiencia de Dios desde el ámbito vocacional.
Parto del enfoque teológico que dice que la cuestión del abordaje del tema es parte del problema. Si yo nombro mal el problema, la solución que concluya será peor que el problema.

Esta época es de transición epocal y la cuestión de los “nombres” es, en una etapa así, clave. Todos los “nombres” y las “reuniones” pasan hoy por un momento de inestabilidad. No dan cuenta ya de la realidad. Nombrar y reunir cuesta mucho en una época de transición. En el caso de los “jóvenes”, lo primero es hablar sobre quién habla de ellos, vale decir, hay que hablar de los adultos.

1. Lo mejor es partir de la idea de que no sabemos nada del tema jóvenes.

- Este tema es reciente; la “juventud” como tema y como grupo social no supera la edad que tiene el período posterior a la segunda guerra mundial. Además, hay diferencias diacrónicas respecto a lo que se entiende por jóvenes.
- Si se pone a la juventud de “los sesenta” como paradigma, las juventudes que vengan después se compararán con las de esa época y eso, en general, las desfavorece. Y resulta que los jóvenes de los 60 son los adultos de hoy. Por tanto conviene “complejizar diacrónicamente las juventudes”.

Tres cosas importantes al respecto:

1) El tema de la juventud coincide con un momento en que las relaciones de producción han cambiado. En la posguerra se produce un “baby bomm” que aumenta mucho el número de niños y jóvenes que quieren tener un lugar en este mundo, particularmente en el trabajo. Y como no hay trabajo suficiente y condiciones para dárselos, se produce una “vacancia”, que tiende a prolongarse: los niños pasan más rápidamente de la infancia y los adolescentes y jóvenes se demoran más en pasar a la vida adulta.

2) La cuestión de los “derechos” de los jóvenes. El reconocimiento jurídico es clave para que las personas sean visibles; así las personas, los jóvenes y sus derechos se legitiman.

3) La industria cultural: el mercado, especialmente norteamericano, crea como objeto de la producción a los jóvenes: discos, ropa, aparatos electrónicos, etc.

Por tanto:

1. La definición de la juventud no puede pasar por alto todo esto. Un buen marco teórico debe desprenderse de los paradigmas clásicos y ponerse ante la realidad no ya de la juventud, sino de “las juventudes”.

2. Un buen marco teórico debe clarificar bien qué es lo que piensan los adultos de los jóvenes. La imagen social de los jóvenes es creada principalmente por los adultos. Y es así que, lo que se dice de los jóvenes tiene poco que ver con lo que realmente viven y son los jóvenes. ¿Por qué?
· Porque los adultos tienen una visión decadentista de esta época. Y para salir de esta situación una posibilidad es volver al pasado donde marchaban bien las cosas.
· La otra salida es la futurista; una fuga hacia delante: quedarse en este mundo nuestro que sería el mundo de las pluralidades, un mundo de nómades, el mundo de la diversidad.

Si la visión es decadentista, la visión de los jóvenes será claramente sesgada y negativa. Se pone en los jóvenes los miedos al futuro que tienen los adultos. No conviene, pues, separar mucho a los jóvenes de los adultos al querer hacer un buen marco teórico.
La época de transición no sabe cómo va a ser el mañana. La mayor parte de las cosas que se dicen de los jóvenes corresponden a los adultos.
La vocación es un Proyecto de vida, pero también es la reproducción social de una Institución. “Nadie se queda en el monasterio por la misma razón por la que entró”, dice Mamerto Menapache. Los adultos dicen que los jóvenes no saben, por ejemplo, de vocación ni de futuro y en realidad lo que están diciendo es que ellos, los adultos, tienen grandes miedos y enormes inseguridades frente al futuro.
Entre lo que nosotros pensábamos al inicio de nuestro camino vocacional y lo que pensamos hoy ha habido un cambio muy grande; lo mismo les pasa a los matrimonios. Y estos procesos de cambio, que son procesos de maduración, no se explicitan y quedan para la intimidad. Cuesta mucho crear ámbitos de confianza para que salga todo esto. Antes era más fácil reconocerse en crisis porque toda la sociedad y la Iglesia se sabía en esa situación, pero hoy, que hay volver a establecer seguridades y dar certezas, de crisis, sobre todo institucionales, ni hablar.
Hoy hay una gran atención a las ofertas latentes y explícitas porque hay una gran necesidad de ayuda. Muchas veces se busca respuestas anónimamente en curanderos, sectas, blogs, etc.

Idea de la juventud: “una edad difícil y que pasa. Una edad que los jóvenes quieren pasar rápido”. Pero entre los jóvenes de hoy no quieren ser adultos. Esto es importante en el tema vocacional porque se supone que el proceso lleva a salir del proceso tomando una decisión responsable que es propia de un adulto. Resulta que las edades de los jóvenes ya no son las que eran; las cosas se adelantan o se retrasan. También muchos adultos, y no sólo los jóvenes, quieren permanecer como son.
Esto está implicando que pensar que la juventud no se legitima por sí misma es equivocado. El niño, el joven no deben dejar de serlo para legitimarse; ellos son y son presente. No valen sólo porque van a ser adultos. De lo contrario, se les exige a ellos lo que es propio de grandes y que resuelvan ya los problemas que están viviendo recién sus padres.
2. Hoy aumentaron las mediaciones. La transmisión no se plantea.

Los procesos de transmisión se estudian porque no funcionan. Ejemplo: en la España de antes, la iniciación a la oración se hacía en el ámbito familiar y en los ámbitos de la socialización primaria. Hoy, no sucede como antes. La vocación se planteaba después de un largo proceso en la familia, en la escuela, en la Iglesia. Hoy, ¡cualquier lugar vocacional debería estar preparado para acompañar cualquier itinerario! Sin embargo, a menudo se considera que la transición más exitosa es la clonación: Ejemplo: los profesionales consideran que sus hijos deben ser profesionales. Hoy, lo mejor que se puede hacer, por estar en una época de cambios, es precisamente ¡no crear clones! Lo contrario, es no creer en la contemporaneidad de la presencia de Jesús en toda época. Martín Velasco nos interpela a ser capaces de superar la tentación de clonar personas y a ser capaces de aguantarnos eso. Superar la tentación de clonar cristianos y vocaciones.

¿Cómo debe, pues, hacerse la transmisión carismática? Antes que nada siendo, en primer lugar, escuelas de cristianismo. No hay que suponer nada; ni siquiera, por supuesto, si los jóvenes son católicos o no. No suponer tampoco que de por sí son “secularistas”. Hoy el mundo interior de los jóvenes es riquísimo, pero carecen de los lenguajes para comunicarlos; están privilegiando el mundo de las artes y de las nuevas tecnologías para expresarse.

Hemos hecho más una transmisión del catolicismo y no del cristianismo; de las creencias y no de la fe. Hoy es necesario investigar que significa la secularización que le atribuimos a nuestra época. Las suposiciones que se hacen llevan a la invisibilización de ciertos procesos. Ejemplo: suponer que toda la sociedad de la Edad Media fue cristiana y católica.

Algunas características de la juventud contemporánea

Las culturas juveniles van a tender a crear mundos de autorreferencia que se retroalimentan a sí mismos y que tienen poco contacto con el mundo simbólico de los adultos. Esto tiene muchas expresiones en el lenguaje, en los espacios de socialización, en la corporalidad y en las formas organizativas. Dos rieles por donde avanza esta forma cultural: la identificación y flexibilidad identitaria.
Es frecuente entre los padres la idea de que los jóvenes están aislados. Pero una buena parte de los espacios de socialización de los jóvenes están en los medios. Los adultos usan los medios para buscar información; los jóvenes los usan para vincularse. La conexión es afectiva: se intercambian fotos, se exponen unos a otros. No son comunicaciones de a uno; son espacios colectivos, comunidades virtuales. Trabajan sobre el propio cuerpo (piercing, tatuajes).
Hay que volver pues, al campo; vale decir hay que entrar en ese mundo, poniendo entre paréntesis nuestras interpretaciones que suelen ser rápidas y superficiales. Ni están, pues, aislados ni son pasivos. Nacen lenguajes nuevos, sofistificados: la mejor ilustración de esto es el video clip: las imágenes no tienen conexión, pero el hilo conductor lo da la música.
Los jóvenes quieren identificarse y desindentificarse. Los cauces para esta identificación son flexibles. Los límites en la relación máquina-ser humano como la relación animal-ser humano, no son tan claros. Estos jóvenes son, según, Néstor García Canclini, “Diferentes, Desiguales y Desconectados”. Mapas de la interculturalidad, Editorial Gedisa, Buenos Aires, 2004. ¿Cómo “reunirlos”, pues, respetando toda esta diversidad? Una de las formas es hacer “historias de vida” (Ej. Trabajo de Tonelli y Midali). No desaparece el marco teórico, pero se pone como pregunta; no como teoría sino como hipótesis.

Las transformaciones de la experiencia de Dios.

Hay que aclarar entes que nada un término: el de las Constelaciones que constituyen un campo semántico. Ej.: al estudiar la monarquía en Israel, el rey aparece conectado con los profetas y con Dios. En otros textos, aparece conectado con el Mesías que ha de venir.

También es necesario recorrer distintos Itinerarios y trayectorias:
No siempre la palabra religiosa remite a la experiencia religiosa. Hay jóvenes que no hablan de Dios, pero tienen una rica experiencia religiosa. A veces lo que se rechaza son las formas en que están organizadas las constelaciones en torno al término, pero no a Dios. En las formas tradicionales de comprender la idea de Dios está ligada a la idea de totalidad, de orden, de lo claro. Pero justamente, en una época de transición lo que menos hay son experiencias de totalidad; se vive en el fragmento. Es probable que la manera de tener experiencia del todo sea más por intensidad que por extensión. Se presenta un Dios de baja intensidad mientras los jóvenes están viviendo muchas experiencias de alta intensidad. El todo de Dios se ofrece en fragmentos: Jesús, judío del siglo I, crucificado y fragmentado. Dios se presenta siempre como lo contrario de lo que es: impotente, pasible, limitado, pobre. Buenos ejemplos de quienes aprender para abordar estas realidades, son los arqueólogos y los narradores. Estos últimos recurren a la función expresiva del lenguaje: el tiempo que los jóvenes emplean para construirse como grupo es un elemento de religiosidad.
Para algunos Dios es fácil y para otros es difícil: en la cultura popular los milagros son cotidianos, pasan siempre, porque Él está siempre disponible. El mundo juvenil comparte la idea de que Dios puede actuar siempre. En las otras clases la disponibilidad es más complicada. Se recurre más a mediaciones.
En el mundo juvenil no hay que partir suponiéndolos ateos; hay muy poco agnosticismo juvenil; aparecen si éticamente contradictorios.
Daniel Herviu Leger, en el “El peregrino y el convertido”, dice que estas son las experiencias más comunes de la religiosidad de juvenil francesa. Caminan en experiencias de sentido pero no permanecen en ellas; algunos hablan de “pertenencias múltiples”. Como hacían los pueblos originarios en A. Latina que no rompían con sus creencias al pasar al cristianismo sino que sumaban lo que tenían con lo nuevo. La Iglesia Católica ya no tiene el monopolio del sentido entre los adultos ni mucho menos entre los jóvenes. Puede que en algunos casos la Iglesia no sea más que una estación de paso. Y hay que asumir eso.
Hay jóvenes que vuelven a las prácticas creyentes y hay otros que nunca las tuvieron que vienen al encuentro.
En esto hay que distinguir las siguientes dimensiones:
- Comunitaria: tiene que ver con un nosotros, con la pertenencia.
- Ética: valores ligados a lo religioso.
- Cultural: el patrimonio: todo lo que una cultura tiene y no sólo lo propio de un museo.
- Emocional: la identificación.
Dos propuestas de H. Berger:

Cualquiera sea la oferta religiosa, mantiene juntas estas dimensiones.
Pero en los jóvenes hay normalmente dos de ellas que hacen de eje y las otras giran en torno a ellas como satélites. La religión cristiana ya no controla el uso de sus propios símbolos. Flotan. Ya no son sólo interpretados por la Iglesia sino que hay múltiples otras interpretaciones que pueden reinvindicar una parte pero no el todo. Se apropian de algunos elementos y dejan otros.
Hay personas que han tenido una práctica religiosa y la han dejado a quienes de pronto se les activa su dimensión emotiva y que después pueden llegar a retomar la dimensión comunitaria. A otros, les hace sentido el patrimonio cultural de la institución eclesial y se incorporan también a su expresión comunitaria: Ejemplos del eje cultural-comunitario.
El eje emocional ético: jóvenes que experimentan una gran irritación ante la injusticia y adhieren a la propuesta ética cristiana.
Hay pues que proponer algunos itinerarios típicos que combinen algunos de estos ejes, a partir de la experiencia religiosa real.
Muchas personas entran a un proceso vocacional por una causa que es secundaria, que luego de un tiempo se sienten desajustadas. Hay que hacer un nuevo cuadro semántico de lo que significa la palabra de Dios.
Hay que hacer una nueva búsqueda de canales de sentido. El mayo francés es el inicio de la toma de conciencia de que todas las instituciones dadoras de sentido han comenzado a dejar de darlo.

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