viernes, 23 de abril de 2010

VIERNES, 23 DE ABRIL DE 2010.-



FILOSOFIA: 5to I y II

Hacer nada no es fácil.

Si bien de manera cotidiana escuchamos que vivimos en una sociedad materialista, nos parece más apropiado el término “consumista”, ya que a lo que se incita continuamente no es a la mera adquisición material de objetos sino a un consumo frenético y excesivo. Humberto Eco advierte:” estamos viviendo nuestros propios terrores del final de los tiempos, y podríamos decir que los vivimos con el espíritu del bebamos, comamos, mañana moriremos, al celebrar el crepúsculo de las ideologías y de la solidaridad en el torbellino de un consumismo irresponsable”.
Para ahondar en las implicancias del imaginario capitalista contemporáneo, nos gustaría utilizar una comparación con los cuentos de hadas: mientras en la edad media era posible alcanzar la felicidad formando parte de la nobleza (tanto sapos como cenicientas terminaban siendo príncipes y princesas), actualmente los medios de comunicación masiva se dirigen a otro sector social: los consumidores. El eje incluidos/excluidos es distinto pero sigue presente. No es de extrañarse que la mayoría de los reality shows se basen en que el público tome partido para excluir a alguien, que establece como premio la inclusión social para los “winners” y la desaparición de la vida comunitaria para los perdedores. Se banaliza la exclusión social: el modelo se legitima.
Por otra parte: si en la ficción maravillosa se debía irremediablemente concluir con “y vivieron felices para siempre”, hoy es necesario “y vivieron felices…..en cuotas”. En la posmodernidad el “por siempre” es imposible de pensar. Más bien, el común de personas cuenta con un determinado nivel de consumo que le otorga a su vez un grado de poder temporal en la sociedad. Esto implica que todo aquel que pueda aumentar su capacidad adquisitiva puede a su vez transformarse en alguien más poderoso. Comprar dejo de ser el punto de llegada luego de un ahorro, para transformarse mediante las cuotas en un medio de inmovilizar toda proyección independiente a futuro.
Una consecuencia de este discurso son las incitaciones a la negación de la actitud de espera y de conciencia de los propios límites. Ejemplos de anuncios que promueven un consumo excesivo hay en abundancia: desde los comerciales de Sprayette con su “llame ya” hasta una recordada propaganda de Ford donde el slogan lo decía todo:”Quieto no existe, quieto es solo una percepción; aun cuando creemos que estamos quietos, nos movemos. Seguí moviéndote, Ford”. Así, según las publicidades el acceso a la felicidad es posible en tanto haya un consumo elevado y continuo (la felicidad no es ya un lugar a donde llegar por siempre, sino en cuotas).Como dice Jean Baudrillard: “el poder no existe ya más que como un simulacro”.
Sin embargo, ¿hay un discurso opositor a este mensaje consumista? Algo propio del sistema capitalista es adoctrinar los movimientos rebeldes y transformarlos en elementos de consumo .Así paso con los hippies, en donde sus vestimentas y músicas terminaron por integrarse al mercado.
¿Qué pasa hoy en día? Pareciera que la única solución a este consumo continuo seria una especie de nihilismo. O como lo expresa la marca de zapatillas John Foos en un discurso que hasta adquiere un tinte filosófico: “Hacer nada no es nada fácil. Ya pensar en nada es imposible. Porque si pensas en nada estas pensando en algo y aunque ese algo no sea nada es algo y algo no es nada. Entonces cuando alguien te pregunta ¿no estás haciendo nada? Demostrale con orgullo que nada es mucho y que por lo tanto mucho es nada. Y bueno, nada”. Unos segundos más tarde agregaba: “John Foos, las únicas zapatillas que están hechas para no hacer nada”. Es decir, hasta para no hacer nada hay que comprar algo. La nada se trasforma en una mercancía mas y para experimentarla hay que comprar. Así se hablaría de un nihilismo consumista, o como lo expresa Eco: “Seria perfectamente admisible, incluso sin pensar en el fin, aceptar que este se aproxima, colocarse ante el televisor (resguardados por nuestras fortificaciones electrónicas) y esperar que alguien nos divierta, mientras las cosas, entre tanto, van como van. Y al diablo los que vengan detrás”.
Nietzsche plantea que el hombre no necesita a Dios en la medida de que el saber ya no tiene necesidad de llegar a sus causas últimas, en que el ser humano no necesita ya creerse con un alma inmortal. Transpolando este concepto a la reflexión en general, hoy en día el individuo se encuentra en un continuo presente que, bajo la apariencia del dinamismo, inmoviliza e imposibilita la proyección al futuro. Contrario a lo que expresa Vattimo al decir que “el humanismo está en crisis porque Dios está muerto”. La posmodernidad crea un nuevo Dios y ese es ni más ni menos que el consumo. Inclusive Dios y una tarjeta de crédito tienen bastantes semejanzas: ambos nos dan el libre albedrio pero luego nos hacen pagar los excesos de nuestra libertad.
Ahora bien ¿Hay algo dañino en el consumo? ¿Porque tanta insistencia en su nocividad? ¿En que afecta a los Derechos Humanos?
Primero y principal, en un sistema en donde el consumo es lo más importante, el humano se transforma en un mero medio, en un recurso. Actualmente resulta más sencillo importar fideos de China que la emigración de un mexicano a los Estados Unidos. El antropólogo Arjun Appadurai explica: “El consumo en el mundo contemporáneo, es decir, como parte del proceso civilizatorio capitalista, es por lo general una forma de trabajo y obligación. De todos modos, donde hay consumo hay placer y donde hay placer hay agencia. La libertad, por otro lado, es una mercancía bastante más escurridiza e inalcanzable”. Todo concuerda con lo que dijo Rousseau hace ya más de dos siglos:”Dais a vuestra ganancia más importancia que a la libertad y teméis menos la esclavitud que la miseria”.
En este panorama, la única salida pareciera ser el nihilismo. Sin embargo se genera así un individualismo pasivo, de meros espectadores de la realidad que no dejan de ser consumistas. El futuro se convierte en una entidad en donde e imposible proyectar; casualmente hoy en día, una mínima cantidad de jóvenes participan en política. ¿Cuál es la consecuencia de esto? Nadie lo expresa mejor que Bertolt Brecht: “El peor analfabeto es el analfabeto político, es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
Ahora bien, ¿existe la posibilidad de un discurso verdaderamente contra hegemónico? El punto de partida debería ser la reflexión filosófica, que se caracteriza por priorizar la duda y el cuestionamiento: por lo tanto, da lugar a problematizar lo establecido. No se puede construir un nuevo discurso sin reflexionar: si el consumo busca la alineación y la supresión de toda proyección a futuro, la Filosofía es la herramienta que nos permite desarticular los resortes que constituyen el poder: con la duda podemos imaginar otro mundo posible, porque el actual pierde sus certezas. Cabe hacer hincapié en las palabras de Brecht, en uno de sus escritos: “Frente a los irreflexivos, que nunca dudan, están los reflexivos que nunca actúan. No dudan para llegar a la decisión, sino para eludir la decisión”.
Frente a esta duda pasiva, sostenemos que lo que realmente se opone al discurso hegemónico consumista es la duda activa. Entonces, hagámosla fácil: ¿Dejamos de hacer nada?
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LOS INVITAMOS A REFLEXIONAR:
¿ES MÁS FACIL NO HACER NADA?
¿DE QUE MANERA INCIDEN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA VIDA DE LOS JOVENES EN LA ACTUALIDAD?
¿QUE OPINAS SOBRE LOS DICHOS DEL ANTROPOLOGO?
¿QUE REFLEXION TE MERECE LA COMPARACION ENTRE DIOS Y LA TARJETA DE CREDITO?
¿QUE PUEDES HACER COMO ADOLESCENTE PARA “DEJAR DE HACER NADA”?






viernes, 2 de abril de 2010

2° I-II. F. Ética y Ciudadana.

El fin último y la dignidad de la PERSONA humana

a) Dios, causa primera de todo lo creado, es también el último fin. Todas las criaturas tienen como fin dar gloria a Dios. Las criaturas irracionales tienden al último fin de un modo necesario. Pero el hombre, en virtud de su alma y de sus potencias espirituales de entendimiento y de voluntad, está dotado de libertad y debe dirigirse libremente hacia Dios (cfr. Catecismo, 1705). Ha sido creado para conocer y amar a Dios, y en este conocimiento y en este amor —que será pleno en la gloria— encuentra su felicidad.

b) Dios ha querido destinar al hombre gratuitamente a un fin sobrenatural, que es la visión beatífica: ver a Dios cara a cara, participando de la vida íntima de la Santísima Trinidad. Para dirigirse a este fin el hombre necesita la gracia, que eleva la naturaleza humana.

c) El hombre, herido en su naturaleza por el pecado original, está sujeto al error e inclinado al mal, aunque conserva el deseo del bien (cfr. Catecismo, 1707). Para conducirnos al fin sobrenatural, Dios nos concede su ayuda mediante la ley y la gracia (cfr. Catecismo, 1949). Ilumina el camino revelando la ley moral que se había oscurecido en el corazón del hombre; y nos da la fuerza para recorrerlo mediante la gracia sobrenatural, que no sólo eleva sino que sana nuestra naturaleza. Estos dones nos los ha alcanza?do Cristo.

d) La persona humana es "la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma". "No es solamente algo, sino alguien" (Catecismo, 357). Por eso, nunca se puede "considerar a las personas como simples medios para un fin" (Catecismo, 1887).b) "Una sociedad es un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por un principio de unidad que supera a cada una de ellas" (Catecismo, 1880). "Algunas sociedades, como la familia y la sociedad civil, corresponden más inmediatamente a la naturaleza del hombre y le son necesarias" (Catecismo, 1882). La creación de sociedades de libre iniciativa responde a una tendencia natural de la persona a la socialización; es un medio para desarrollar sus cualidades que, como tal, se ha de favorecer (cfr. Catecismo, 1882).

Cada SOCIEDAD se define por su fin y tiene sus reglas específicas, pero "el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana" . Al mismo tiempo, cada persona "tiene deberes para con las comunidades de que forma parte y está obligada a respetar a las autoridades encargadas del bien común de las mismas" (Catecismo, 1880).
Principio de subsidiariedad: "una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándole de sus competencias, sino que más bien debe sostenerle en caso de necesidad y ayudarle a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común".



1)-Elabora una conclusión personal sobre el texto.

F.Ética y Ciudadana."Valores"



Comenta lo relatado en el video y su relación con la asignatura.