martes, 30 de septiembre de 2008

Tribus urbanas, lugares de pertenencia



Cada vez son más los adolescentes que se suman a alguno de estos grupos y adoptan el look y el lenguaje de sus referentes.





Unos eligen el negro y otros, los colores. Algunos sólo buscan pasar inadvertidos y otros, ser vistos por millones. Están los que aman el deporte y los que no corren ni el colectivo, los que parecen felices por elección y los que se confiesan tristes practicantes. Lo cierto es que casi todos, sean floggers , emos, raperos, cumbieros, visual kei , gothic lolitas, antiemos, fox , góticos y antifloggers eligen el Abasto o la plaza del palacio Pizzurno como lugar de culto.
Cada vez son más los jóvenes que adoptan alguna de las llamadas tribus urbanas como grupo de pertenencia. Los especialistas estiman que entre el 20 y el 30% de los adolescentes se identifican hoy con alguna. "No podemos decir que toda la juventud esté tribalizada. Pero, a pesar de que son grupos pequeños, tienen una importante significación en la medida en que producen visibilidad e instalan modas, formas comunicativas y tendencias", explica Marcelo Urresti, sociólogo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, que desde hace tres años dirige una investigación acerca de las nuevas tribus.
Agustina Vivero es un claro ejemplo. Tiene 17 años y en su fotolog se hace llamar Cumbio. Cuando "postea" una foto la gente se agolpa para comentarla. En un año y medio, su sitio fue visitado por 11 millones de usuarios y Nike la eligió para ser la cara de su campaña. Hoy organiza fiestas y sus amigos les cobran unos 600 pesos a los boliches sólo para estar.
Pero también están aquellos que prefieren el bajo perfil y que se alejan de cualquier estereotipo de violencia. Como Eva Sánchez, de 16 años, que vive en Pilar y hace un año se convirtió en gothic lolita. "Emulamos el estilo victoriano, con vestidos de encaje que se usan sobre un traje negro y con maquillaje gótico", contó a LA NACION, sentada frente al palacio Pizzurno. Esta tribu, de origen japonés -una de las últimas que llegaron al país-, se compone sólo por mujeres. Su actividad favorita es tomar el té en una plaza. "Todos tenemos una parte impura. Nosotras la caracterizamos vistiéndonos como chicas inocentes, para enfatizar que en realidad nadie lo es", sintetiza Eva.
Los emos son esos chicos de negro que se maquillan con fucsia y se tapan un ojo con el flequillo; los floggers combinan glamour con pantalones "chupines" y lentes de sol. Sin embargo, la identidad de tribu va más allá de la imagen.
"Hay cuatro pilares que sustentan la identidad de una tribu: una estética, el estilo de música, los lugares frecuentados y un lenguaje; eso, sobre la base de una ideología en común, que aunque muchas veces se enmascare como falta de ideología, siempre está allí, subyacente, ya que la no ideología es una ideología", apunta María José Hooft, responsable de la cátedra Subculturas Juveniles del Instituto Bíblico Río de la Plata, que acaba de publicar el libro Tribus urbanas , dirigido a líderes de iglesias, docentes y padres. Intenta evitar el "horror" que sienten los adultos cuando se enfrentan a un adolescente "tribalizado".
Algunas de las tribus son movimientos netamente locales. Tal es el caso de los floggers y los rolingas. "En todo el mundo hay seguidores de los Rolling Stones. En otras partes son Stones, pero acá además están los rolingas, que combinan su gusto por los Rolling con un fanatismo por bandas como Viejas Locas o expresiones del llamado rock chabón", explica Hooft. "También nos gustan Callejeros y La 25", acota Jonathan Mazzeo, de 15 años, "rolinga de alma", que tiene su propia banda de rock barrial.
Aaromm Cabrera (así pidió que se lo identificara) tiene 19 años y se inscribe entre los pioneros del movimiento flogger . "Hace un año y medio, Cumbio nos convocó a un grupo de amigos al Abasto porque venía un chico de Rosario. Nos juntamos un miércoles y éramos 30; a la semana nos volvimos a juntar y ya éramos 200, y al miércoles siguiente, casi 1000. Hoy, el Abasto es la iglesia flogger ... vamos todos los domingos", cuenta.
Mariana Sandoval, de 20 años, no se pierde un encuentro, aunque considera que el espíritu de tribu se fue perdiendo con la masividad. "Antes entraban a ver tus fotos. Ahora, es cuestión de firmar para ser popular", cuenta.
Yasmín Nazer tiene 19 años y es rastafari. "La gente nos identifica como los «drogones». En mi casa les costó aceptarlo. Pero bueno, después lo aceptaron. Yo, por ejemplo, decidí no fumar y todos me respetan. Somos una tribu muy abierta", cuenta.
Para Rodrigo Rojas Gacitúa, de 18 años, las cosas no fueron sencillas. Sobre todo, cuando vivía en Baradero y se convirtió en el primer gótico. "Mi papá no me entendía. Decía que era gay, que andaba en la macumba. Un día vi un documental y me sentí identificado... me dije «eso soy yo»", cuenta. Tiene media cabeza rapada y una melena. "Desde entonces vivo vestido así, yo soy así. A la gente no le gusta. Nosotros nos vestimos como los personajes de sus peores pesadillas, pero tenemos la valentía de mostrar esa cara de la sociedad", sostiene. Sólo apariencias...
Las fronteras entre tribus no son rígidas. De hecho, si uno aborda a algún adolescente tribalizado, no debe dejarse guiar por las apariencias.
Matías Laurel, de 22 años; Darío Pelozo, de 20, y Gabriel González, 16, explican por qué. "Nosotros hacemos hip-hop, pero cada vez es más difícil ponernos ropa que nos distinga, porque los cumbieros nos copian desde las zapatillas hasta las marcas de la ropa", dice Darío. Matías optó por coserse su propia ropa.
Nicolás González, de 15 años, es un emo "recuperado": un fox . "Antes era emo. Me había hecho por problemas personales. En la primaria nadie me hablaba, hasta que me hice emo y encontré amigos", aclara. Fox es otra tribu surgida como una "cruzada" en defensa de los emos, que en todo el mundo son atacados por otras tribus, entre ellas, las de cumbieros, floggers , punks o metaleros.
"Los que nos atacan no son las tribus sino las personas. Nos burlan, nos estigmatizan como seres tristes. Cuando subo al tren la gente se aleja de mí porque piensa que soy peligroso... es ridículo", dice Ezequiel Cavanesi, de 18 años, que es emo, cursa el CBC y quiere ser pediatra.
Florencia García es su novia, también emo. Le da un beso e imita al personaje del actor Diego Capusotto que encarna a un representante de esa tribu. Después, cuenta que su mamá "lo adora" a Ezequiel, y se le escapan dos lágrimas del ojo izquierdo. "Se puede ser emo y ser feliz", remata.
Por Evangelina Himitian De la Redacción de LA NACION

Menos del 50 por ciento ...



...de los adolescentes termina la secundaria


La cifra surge de un informe realizado por Unicef que se conoció en el marco de un seminario internacional sobre la situación educativa en Latinoamérica.


El ministro Tedesco sostuvo que la obligatoriedad del nivel medio sólo se podrá sostener "con una distribución equitativa de la riqueza"

El Seminario Internacional "Educación secundaria: Derecho, inclusión y desarrollo", que organizó Unicef, se extenderá hasta el jueves en la ciudad de Buenos Aires y tiene como meta debatir acerca de ese nivel de enseñanza, con participación de 50 expertos nacionales y extranjeros, entre ellos funcionarios y pedagogos de Argentina, Brasil y Chile, y adolescentes. En ese marco, surge un dato preocupante: sólo el 48,5 ciento de los adolescentes termina la escuela media y el 38 por ciento lo hace con sobreedad, según informó la representante de Unicef en el país, Gladys Acosta Vargas.El director regional de Unicef, Nils Kastberg, subrayó que América latina enfrenta como uno de sus grandes problemas que "la educación secundaria significa romper con la pobreza" y reiteró que "sin educación media no se puede terminar con la pobreza".Kastberg también señaló con preocupación que en Latinoamérica "el 29% de los jóvenes entre 15 y 25 años está fuera de la escuela y del trabajo" y destacó que, entre los "desafíos" que se imponen, está lograr "más progresos con una educación de entre 11 y 13 años, que termine con la segregación e incluya en la educación a todas las etnias y razas".El ministro de Educación de la Nación, Juan Carlos Tedesco, uno de los oradores en la apertura del foro, resaltó que la obligatoriedad del nivel medio "sólo se sostendrá con una distribución equitativa de la riqueza, que permita a todas las familias enviar a sus hijos a la escuela y garantizar que no tengan que enviarlos a trabajar prematuramente"."Una sociedad que declara la obligatoriedad de la educación secundaria necesita niveles de equidad", dijo Tedesco, y agregó que también requiere "esfuerzos del Estado en el financiamiento, en asegurar el equipamiento técnico de alta calidad" y en que "sus contenidos curriculares logren la cohesión de todas las clase sociales".Las leyes que imponen la extensión de los años de escolaridad, dijo Tedesco, no deben ser "para que los chicos estén más años aprendiendo lo mismo, sino para que aprendan lo que tienen que saber y tengan una formación integral y menos enciclopedista para definir su proyecto de vida".Tanto Tedesco como la secretaria de Educación Básica de Brasil, Maria do Pilar Lacerda, a pesar de algunos matices coincidieron en la carencia de "identidad" de la escuela media para dar respuestas "a las nuevas expresiones de la cultura juvenil", que hoy puebla las aulas. También sostuvieron que la curricula "tampoco evolucionó con las nuevas necesidades sociales y de cambios tecnológicos"."Hoy tenemos la globalización cultural, tribus urbanas, jóvenes pintados como Pokemón que conviven en el aula", sostuvo la ministra de Educación chilena, Mónica Jiménez, en tanto Tedesco instó a que la escuela "garantice la cohesión social" y admita "la nueva cultura juvenil que la da importancia a la imagen, el cuerpo, la tecnología y que pone mucho énfasis en el presente".